domingo, 9 de agosto de 2015

El último poema, la última bala, el último trago, el último verso

Siempre es el último poema.

El vértigo que te retuerce las tripas
Ante la posibilidad de ser ésto
Lo último que diga.

¿Y qué decir?
¿Cómo arrojar todo el fuego
Sin que arda el mundo con él?

¿Cómo convertir, cincelar, esculpir
Las palabras que, acongojado,
Deseas que te sobrevivan?

Que queden como algo más.

Más que esa mancha de semen
Que, en realidad, soy,
Somos,
Todo el género masculino,
Tanto héroes como cobardes.

Perdona.

Me voy quedando sin aire.

Lo siento.

Tengo que recurrir a besos de alcohol y de humo,
A modo de oxígeno diabólico
Mientras te escucho follar con otros
En mi imaginación calenturienta.

Enfermo por ti y por todas las mujeres
Que padezco.

Sí.

Porque no te vas de mi mente,
Ni de mis labios. 

Ya ves.

No hace falta irse hasta el desierto
Para ver espejismos.

Yo te noto a todas horas.

Pregúntale a mis manos, si no.

Y que te cuenten sus viajes por todo tu cuerpo
Mientras mi soledad sólo puede 
Susurrar tu nombre.

Así es.

Tras cuarenta y un años de existencia,
Del amor y el deseo quedan,
En cascada,
Los ruidos del agua
Al tirar de la cadena del váter.

Un réquiem magnífico
Para unas rimas tan ásperas
Como estos gritos.

El último postdata
De esa carta inacabada
Que somos tú y yo.

Que soy yo
Con todas las mujeres.

El diablo pasó de largo aquella noche.

Se olvidó de mí
En aquel cruce de caminos.

Buscaba almas que no supieran 
Lo que es el infierno.

Almas dignas
De vidas que se vivan
Y no que sólo se sueñen.

De ésas, ya tiene overbooking.
(Como la mía).

Así que aquí me quedo:
Fantasmagórico y harto.

Ojalá fuera ese Blues
Que pudieras tararear
Mientras te quitan la ropa.

¿Por qué?
Porque mereces la poesía.

(Algunas nunca tendrán ni eso).

Yo me quedo aquí.

Déjame aquí,
En el último peldaño.

Déjame morir dignamente
En tu recuerdo.

Dejadme todas,
Musas,
Con el corazón en la mano,
Con el whisky y el hachís y la música,
Dispuesto a luchar
Hasta el último aliento.

(Aunque sea el Jesucristo de los inútiles,
Nada que ver con el verdadero).

Volveré a escribir.

Quizá lo haga sobre Naturaleza muerta.
Sobre rostros tan inertes como el mío.

O no.

¡¡Quién sabe!!

Siempre te queda la angustia
De no saberlo.

Alguna vez, seré un intento 
Por llamarme Literatura,
Por jugar a embellecer mis pecados.

Eso sí.
Siempre seréis el último poema.

Todas,
Excepto tú.

Tú serás la última bala, 
El último trago.

Tú,
El último verso.

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