Las horas y los minutos se han derretido. Ha
ocurrido realmente. Los segundos ya no existen. De hecho, nunca los he echado
de menos. El tiempo se ha convertido en un cuadro surrealista. El presente se
dibuja a lápiz y el futuro no deja de ser una idea. Un monstruo que me persiga
y me devore si yo quiero o tal vez, el mejor de los amaneceres.
El pasado hace que aparezcan y desaparezcan imágenes del lienzo. Según me encuentre. Fauces en las que quedé atrapado o sonrisas, buenos momentos que me han ido curando.
¿Quién soy? La mano que escribe, el corazón que late y la imaginación, que viene.
¿Quién fui? Una primera estrofa que luego taché, un suspiro de melancolía y la imaginación, que estuvo.
¿Quién seré? La siguiente estrofa, sin duda. La sonrisa que verás y la imaginación, que seguirá estando.
Apenas importa.
He recorrido miles de kilómetros en apenas unos sueños. Los que leí y aprendí. Los que vivo cuando hablo contigo. Los que llegan cuando nos besamos.
Es nuestra película.
Por eso, sé que en mi vida quedarán escenas imborrables. Diálogos y poses que llenarán mi futuro del pasado más esplendoroso. Que darán a mis ojos un brillo especial. Y yo a cambio, te cogeré de la mano. Escucha. Déjate llevar. Y juntos nos abandonaremos a la música, a las músicas que hacen de los malos, grandes momentos, que son capaces de darte un abrazo cuando nadie más lo hace.
Así lo he vivido.
Estamos hechos del mismo material que los sueños,
dijo William Shakespeare.
Lo iremos descubriendo día a día,
página a página,
fotograma a fotograma,
melodía tras melodía.
Conquistaremos el mundo
en apenas cincuenta metros cuadrados.
Diremos adiós a la tristeza y al miedo.
Los olvidaremos.
¿Quien soy?
La mano que escribe,
el corazón que late
y tu imaginación y la mía,
que vienen.
El lienzo vuelve a cambiar.
Ahora desaparecen las sombras,
los claroscuros.
El tiempo sigue no existiendo.
Está todo por descubrir.
¿Ves?
Seguimos siendo del mismo material que los sueños.
Ahora vamos a cerrar los ojos.
Ya vienen, ya vienen.
El pasado hace que aparezcan y desaparezcan imágenes del lienzo. Según me encuentre. Fauces en las que quedé atrapado o sonrisas, buenos momentos que me han ido curando.
¿Quién soy? La mano que escribe, el corazón que late y la imaginación, que viene.
¿Quién fui? Una primera estrofa que luego taché, un suspiro de melancolía y la imaginación, que estuvo.
¿Quién seré? La siguiente estrofa, sin duda. La sonrisa que verás y la imaginación, que seguirá estando.
Apenas importa.
He recorrido miles de kilómetros en apenas unos sueños. Los que leí y aprendí. Los que vivo cuando hablo contigo. Los que llegan cuando nos besamos.
Es nuestra película.
Por eso, sé que en mi vida quedarán escenas imborrables. Diálogos y poses que llenarán mi futuro del pasado más esplendoroso. Que darán a mis ojos un brillo especial. Y yo a cambio, te cogeré de la mano. Escucha. Déjate llevar. Y juntos nos abandonaremos a la música, a las músicas que hacen de los malos, grandes momentos, que son capaces de darte un abrazo cuando nadie más lo hace.
Así lo he vivido.
Estamos hechos del mismo material que los sueños,
dijo William Shakespeare.
Lo iremos descubriendo día a día,
página a página,
fotograma a fotograma,
melodía tras melodía.
Conquistaremos el mundo
en apenas cincuenta metros cuadrados.
Diremos adiós a la tristeza y al miedo.
Los olvidaremos.
¿Quien soy?
La mano que escribe,
el corazón que late
y tu imaginación y la mía,
que vienen.
El lienzo vuelve a cambiar.
Ahora desaparecen las sombras,
los claroscuros.
El tiempo sigue no existiendo.
Está todo por descubrir.
¿Ves?
Seguimos siendo del mismo material que los sueños.
Ahora vamos a cerrar los ojos.
Ya vienen, ya vienen.