Perdí todo contacto con la realidad
Cuando mis labios se secaron
Después de terminar la última botella de vino.
Cuando cortaste mis alas
Con aquellos cristales rotos.
Sin embargo,
La venganza no me hizo mejor persona.
Me volví cuerdo y triste.
Manso.
Lleno de amor y de rutina.
Quise amarte más allá de los prejuicios, los premios y los castigos.
Huir de cielos e infiernos
Inventados por una sociedad cobarde
Para que ardiera la semana siguiente.
Y sin poder alzar el vuelo
Una mañana,
Al despertarme,
Tuve que arrastrarme,
Detrás de tus pecados.
Y así sigo desde entonces.
Nunca he vuelto al ser el mismo.
Ahora,
Con la libertad como sombra siniestra,
Voy olisqueando
Los restos de una vida anterior.
Sonriendo anta tanta podredumbre,
Tanta prudencia
Pasada y presente.
Y perdido,
Inconmensurablemente perdido,
Marcho despacio a través del páramo,
Hundiendo mis pies sobre la tierra yerma
Y la sequedad de los siglos,
Camino del fin del mundo.
La travesía es larga
Y, al contrario de lo que los demás piensan,
Este sol tan majestuoso
Va secando mis plantas.
Y el dolor, aunque de oro y plata,
Sigue hiriendo con la misma saña.
¿Qué sabrán ellos de las noches en que nos conocimos?
De la frescura de tu sexo mojado
Entre un millón de cadáveres.
Al final, nos miraremos en el espejo
Y de nosotros,
No quedará sino un espejismo.
Un futuro vacío de probabilidades.
Un guión,
Un destino
Previamente pactado con los ángeles.