jueves, 19 de febrero de 2015

¿Qué tengo?

Tengo los amaneceres nublados,
Los gritos de los vecinos, 

Y mi alma, 
Que ronca a veces y a voces, 
Pidiéndome que me calle. 

Tengo los primeros rayos
De un sol 
Que no siempre sale...

La sed en la garganta...

El café descafeinado,
Y las palabras, que, 
Indefectiblemente,

Sí,

Indefectiblemente, 

Se ahogan y mueren
No sin antes suplicarme
Que no las devore.

Que no las devore
Como Saturno devoró a sus hijos. 

Tengo el microondas traicionero,

Las ojeras de no dormir
De tanto buscarte en sueños

Y la voz. 

La voz, que en realidad, 
Es el eco, 
El eco de tanto llamarte. 

Llamar
O tiritar.

Que puede ser el efecto primario o secundario, 
¡Yo qué sé!

Sólo sé que lo tengo
O no lo tengo, 

Que en este caso,
Proviene del verbo olvidar. 

¿Alguien lo sabe?

Rebusco en los bolsillos
Y encuentro el corazón, 
Mi corazón, 
Más dormido que de costumbre. 

Lo guardo en la cartera. 

Junto a él, hay una nota,
Un plano, un mapa
Que parece del Metro
De tanto subir y bajar
Escaleras hacia el cielo
Y peldaños hasta el infierno. 

De tantas paradas
Como transbordos
O enlaces. 

Y entre medias, 
Por ahí, 
Sé que debe andar mi pulso. 

Subiendo y bajándose
En la misma estación
Antes de que suene el silbato. 

¿Qué tengo, entonces?

Tengo la cobardía con la que me ducho,
Las lágrimas descoloridas,
Las sábanas que hieren, 
Que arden. 

¿Y?

El calendario. 

Un calendario tan viejo y destartalado
Con aquella foto
De aquella mujer que fuiste tú
Diciéndome que es Lunes. 

¡Qué puta es la vida!
¿Verdad?

Al menos querría 
Poder estar en una película.

Ser ese Rambo indestructible
En esta guerra de Vietnam 
Que es mi vida. 

Y no ese pobre soldado. 

Ese pobre diablo
Que sabe que no va a volver
Ni sano ni a salvo
De tanta injusticia. 

¿Qué tengo?

Ni, tan siquiera, 
Balas para defenderme. 

Sólo versos, recuerdos. 

Imágenes
Que se almacenan desordenadamente
En este desván
Donde viven tantos monstruos. 

¿Qué tengo?

Las tardes, 
Que anochecen 
Con burlas constantes
De aquellos,
Ésos, 
Que día tras día, 
Te dejan las ideas hechas jirones. 

Y no. 

Ya no hay banderas que valgan. 

Están rotas. 

Rotas, 
Olvidadas en alguna,
De tantas batallas perdidas. 

¿Qué tengo?

El silencio. 

Ese silencio reinante
Al que me abandono
Desde que apago la luz
Hasta que me acuesto. 

Ese silencio
Y esa oscuridad con las que me fundo
En el mejor abrazo que me puedan dar
A falta de entendimiento. 

¿Qué tengo?

La mirada triste,
Me respondes...

Sí.

...La mirada triste...

Y dentro de esa mirada triste,
Todo este mundo. 

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