martes, 27 de noviembre de 2012

Camino del verso

Atrás quedaron los susurros de sirenas. Atrás quedó la maldad de unos dioses caprichosos. Atrás quedó el mar, atrapado en una botella.

Sí. Soy Ulises. El eterno naúfrago.

Desafié a monstruos y tempestades, los que me vinieron con las dudas. Los que me atacaron con la tristeza.

- ¡No vuelvas! ¡Ya no tienes a nadie!, me convenció mi hechicera. La soledad disfrazada de maga, de bruja, de arpía, de puta.

Y me perdí. Sí. Me perdí entre sus brazos. He besado palabras amargas...

Ésa, ha sido mi guerra.

Un día despertaron mis recuerdos: los buenos momentos que he vivido, los abrazos que recibí, las sonrisas que alguna vez me dieron.

Ésa, ha sido mi fuerza.

Ahora,
estoy dispuesto a morir con el corazón en la mano.

A defender mi única patria:
Tú, donde quiera que andes.
Tú, donde quiera que vayas.

Si ha de ser en tierra firme,
que así sea.

He vuelto a Ítaca,
Penélope.

Poco importa
que vivamos en chozas
o en palacios.

Aquí me quedo.

Reconstruiremos nuestro mundo
palabra por palabra.

Iremos paso a paso, 

Iremos verso a verso.

1 comentario:

  1. Es posible reconstruir el camino, iniciarlo sin mirar atrás y si acaso lo hacemos, lo mejor es tomar tan sólo aquello que más nos llenó pero el resto... Olvidarlo (qué fácil es la teoría, eh?)

    Saludos!

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