Atrás quedaron los susurros de sirenas. Atrás quedó la maldad de unos dioses caprichosos. Atrás quedó el mar, atrapado en una botella.
Sí. Soy Ulises. El eterno naúfrago.
Desafié a monstruos y tempestades, los que me vinieron con las dudas. Los que me atacaron con la tristeza.
- ¡No vuelvas! ¡Ya no tienes a nadie!, me convenció mi hechicera. La soledad disfrazada de maga, de bruja, de arpía, de puta.
Y me perdí. Sí. Me perdí entre sus brazos. He besado palabras amargas...
Ésa, ha sido mi guerra.
Un día despertaron mis recuerdos: los buenos momentos que he vivido, los abrazos que recibí, las sonrisas que alguna vez me dieron.
Ésa, ha sido mi fuerza.
Ahora,
estoy dispuesto a morir con el corazón en la mano.
A defender mi única patria:
Tú, donde quiera que andes.
Tú, donde quiera que vayas.
Si ha de ser en tierra firme,
que así sea.
He vuelto a Ítaca,
Penélope.
Poco importa
que vivamos en chozas
o en palacios.
Aquí me quedo.
Reconstruiremos nuestro mundo
palabra por palabra.
Iremos paso a paso,
Iremos verso a verso.
Es posible reconstruir el camino, iniciarlo sin mirar atrás y si acaso lo hacemos, lo mejor es tomar tan sólo aquello que más nos llenó pero el resto... Olvidarlo (qué fácil es la teoría, eh?)
ResponderEliminarSaludos!